Dipakadi

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"Ser catequista es.... Ser un instrumento para que Dios te hable por medio de su palabra en la Sagrada Escritura"

viernes, 7 de diciembre de 2012

HOMILÍA PRONUNCIADA EL SR. CARDENAL NORBERTO RIVERA C. CON MOTIVO DEL II ENCUENTRO NACIONAL DE CATEQUISTAS
Estimados Catequistas,

Es motivo de inmensa alegría para la Provincia de México, para mis hermanos obispos de las diócesis de Cuernavaca, Toluca, Atlacomulco, Tenancingo y de la Arquidiócesis de México y para un Servidor estar aquí, con Ustedes inaugurando este II Encuentro Nacional de Cateq
uistas. Considero un privilegio poner ante el altar las intenciones de este Encuentro, expresadas en el objetivo general del mismo: “Animar al catequista, discípulo-misionero de Jesucristo, para que, participando en la misión continental permanente y en la renovación de las estructuras eclesiales, sea protagonista en la construcción de la paz”.

Tengo conocimiento que este Encuentro responde a una etapa de preparación, a través de la reflexión que han hecho de diferentes temas en sus diócesis y provincias. Algunos de gran interés y preocupación para nuestra Iglesia de México en el momento presente como el valor y la dignidad de la persona humana, tan amenazada por distintas situaciones que son consecuencia de la violencia e inseguridad, como lo hemos reflexionado los obispos mexicanos en la Carta Pastoral “Que en Cristo Nuestra Paz – México tenga Vida Digna”. En dicha carta, se enuncian las causas de estas situaciones, de ahí la necesidad de que como Iglesia, “sacramento universal de salvación” crezcamos como un cuerpo unido en el servicio del Reino de Dios, a través de una “Nueva, vigorosa y decidida evangelización”.

Una de las características del Reino, como lo acabamos de recordar el Domingo pasado, en el prefacio de la solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo, es la Paz, por ello me alegra que hayan elegido como lema de este Encuentro: “Discípulos-misioneros constructores de la Paz”. Todos los bautizados y con mayor razón ustedes catequistas deben estar comprometidos con la Misión de Cristo Jesús, trabajar por la Paz. La cual, solo se alcanzará si también trabajamos por la verdad y la vida, la santidad y la gracia, la justicia y el amor, características también del Reino y elementos constitutivos de nuestro quehacer pastoral.

La Catequesis como uno de los medios privilegiados para la transmisión de la fe, ha de tener estos elementos como parte fundamental de su tarea, no sólo por la enseñanza, sino también por el testimonio que implica estar al servicio del Evangelio, como buena nueva en una sociedad necesitada de buenas noticias. En la Carta pastoral de los Obispos a la que me he referido “Que en Cristo Nuestra Paz - México tenga Vida Digna”, se señala con referencia a la Catequesis, que ésta ha de: Implementar un proceso catequético permanente, orgánico y progresivo, que abarque toda la vida, sus distintas etapas y situaciones; que no se limite a la formación doctrinal, sino que sea “una verdadera escuela de formación integral” que les permita incorporar un discernimiento vocacional y la iluminación para proyectos personales de vida (n. 191b).

Necesitamos hacer nuestra la renovación pastoral impulsada por el Concilio Vaticano II, de quien estamos celebrando los 50 años de su apertura, expresada en la necesidad de recuperar el verdadero espíritu de la Catequesis desde el Catecumenado bautismal de Adultos, ya que siguiendo este proceso, se garantiza una verdadera Iniciación cristiana, ahora de muchos bautizados alejados de la fe.

Queridos catequistas, necesitamos formar verdaderos cristianos a través de la Catequesis, en conjunto con las otras dimensiones de la acción de la Iglesia, especialmente en la litúrgica y la socio-caritativa, para que sean discípulos-misioneros constructores de la Paz y, por tanto del Reino; y así, favorezcan la transformación de nuestra sociedad mexicana, dándole un rostro más humano que refleje el Rostro de Cristo, el Hombre perfecto.

La Palabra de Dios que hemos proclamado nos recuerda que la salvación anunciada por los profetas, es llevada a cabo por el Mesías, a quien Isaías presenta como Príncipe de la Paz. Para nosotros ese príncipe es Jesucristo. El profeta ante una situación en donde prevalecen la oscuridad, las tinieblas y los signos de muerte nos invita a hacer resplandecer la luz de la vida que nos trae Jesucristo, el Príncipe de la Paz.

Es por eso que no podemos dejar de anunciar el mensaje de salvación con el coraje que caracterizó a los profetas, incluso llevándolos en muchas ocasiones al rechazo y al desprecio. Por ello queridos catequistas, como decía nuestro venerado Beato Juan Pablo II, retomando aquella frase de Jesús, “No tengan miedo” de anunciar el Evangelio en una sociedad sumergida en el mundo de las tinieblas, de la violencia y de las injusticias.

El miedo desaparece cuando sabemos que Él está con nosotros, cuando hacemos consciencia de que nos ha dado la fuerza del Espíritu Santo, el gran protagonista de la Misión. El Señor Resucitado se hace presente en medio de sus apóstoles el mismo día de la Resurrección, quienes se habían refugiado en el Cenáculo, por miedo a los judíos, por el temor de que fueran a sufrir la misma suerte de su Maestro. Cuando se les manifiesta, el saludo que les da es precisamente el que nosotros hemos conservado en la liturgia por su gran valor: “La paz esté con ustedes”. La paz significa tener tranquilidad, sentirnos animados, motivados, optimistas; en pocas palabras, es dejar fuera el miedo y sentir la seguridad de la presencia del Señor en medio de nosotros, como lo está hoy en esta Asamblea.

Inmediatamente después de mostrarles que realmente es Él, resucitado, les deja la encomienda que nosotros asumimos como nuestra: “Como me envió el Padre, así también yo los envío” y luego hizo el gesto de soplar sobre ellos dándoles el Espíritu Santo. Este es el mandato misionero, seguir con la Misión del Padre, que nos ha salvado por medio de su Hijo amado, Misión que hoy realizamos con la confianza de que Aquel, que procede del Padre y del Hijo está en y con nosotros.

Al desempeñar la Misión debemos confiar en que nada podrá separarnos del Amor de Cristo, como nos dice San Pablo en la 2ª. Lectura. Los catequistas con la fuerza de la fe, pueden superar todo obstáculo que se interpone en el camino para ser fieles a la vocación y misión recibida en el bautismo. El amor que experimentamos, como nos lo señala Pablo es lo que nos ha de mantener firmes en nuestra acción misionera y evangelizadora.

Estimados catequistas laicos, religiosas, diáconos, presbíteros y obispos, asumamos con responsabilidad nuestra vocación misionera y cumplamos con la tarea encomendada a nosotros por el Señor Jesús, transmitamos íntegramente la fe de la Iglesia.

El Santo Padre, Benedicto XVI, nos ha convocado a celebrar el “Año de la fe” recordándonos la imperiosa necesidad de una Nueva evangelización. Como dijo el Beato Juan Pablo II, ésta tiene que ser “nueva”, por su ardor, diría la pasión por la misión; “nueva” en sus lenguajes, es decir, hay que sabernos comunicar con los lenguajes actuales. El Sínodo recién pasado de los Obispos sobre la “Nueva Evangelización para la transmisión de la fe”, ya desde los documentos de preparación, habla del gran reto de anunciar el Evangelio a través de los nuevos lenguajes que nos provoca el desarrollo de las TIC`s, (las Nuevas Tecnologías para la información y la comunicación); tenemos que saber valernos de estas nuevas tecnologías provocadas por el desarrollo de Internet para anunciar el Evangelio, especialmente a las Nuevas generaciones.

Finalmente Juan Pablo II, habló de renovar nuestros métodos, sino salimos de una pastoral de conservación de antigua cristiandad, corremos el peligro de seguir anquilosados al pasado, dejémonos provocar por los nuevos “signos de los tiempos” que nos desafían a una Nueva Evangelización.

El Año de la Fe que nos hace poner nuestra mirada en lo esencial de la misma y que está expresado en el “Credo”, que es “Depósito de la fe”. Las verdades de nuestra fe están sintetizadas en el Catecismo de la Iglesia Católica, que a 20 años de su publicación, es para la Catequesis y para el Catequista una herramienta fundamental para el desarrollo de su ministerio, además de una guía para seguir anunciando a todos, especialmente a los habitantes de nuestra Nación la alegre noticia de que Él es nuestra Paz.

Que Santa María de Guadalupe, la Estrella de la Nueva Evangelización, interceda por todos los participantes en este encuentro y juntos podamos colaborar en la renovación de la Catequesis, de la Iglesia y de la Sociedad mexicana.

Muchas gracias y les deseo todo éxito y bendición ene este II Encuentro Nacional de Catequistas.

Cuernavaca, Morelos a 27 de Noviembre del 2012

Textos Bíblicos:

1ª. Lec. Is 9, 1-5

Sal. 121 (122)

2ª. Lec. Rm 8, 31-39

Ev. Jn 20, 19-23

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